Donde esté tu tesoro, allá está tu corazón.
Esta frase la hemos oído mil veces, pero no está mal tratar de ir al sentido que tiene. Me sugiere que en nuestra vida tenemos un tesoro, algo que nos mueve, un sentido, un para qué que nos dinamiza, una razón… llamémoslo como queramos. Pero si nos observamos a nosotros a los que nos rodean podremos, si no saberlo con seguridad, al menos intuirlo.
Vemos gente que se mueve por su familia, como esas madres que luchan contra viento y marea por sus hijos; gente que se mueve por la imagen, el qué dirán, como esos compañeros de clase obsesionados con la ropa, las apariencias; gente que busca servir, y parece que en sus vidas los demás son más importantes que ellos mismos; otros para los que lo principal es ganar dinero y todo gira en torno a cómo invertir, trabajar más, aprovecharse de otros…
No está mal que de vez en cuando nos hagamos esta pregunta por qué es lo que nos mueve a nosotros, para hacernos conscientes y poder ser dueños de nuestras vidas. Pues somos libres, sí, pero debemos ejercer nuestra libertad, porque es fácil que el ritmo de la vida y nuestro entorno tome por nosotros esas decisiones cruciales. Y ojala encontremos el tesoro que de verdad nos llene y nos haga felices.
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