lunes, septiembre 29, 2008

La del pozo

La del pozo (Jn, 4) es otra de las mujeres del Evangelio que me encantan. Es esa con la que se encuentra en un pozo de Samaria cuando Jesús iba solo muerto de sed. Con ella tiene un encuentro de esos que tocan lo hondo del alma. Hablan de deseos. De tus deseos y mis deseos. Los de siempre. También los de ahora, aunque nos digan que tenemos todos satisfechos. Jesús está genial, sencillo, listo, profundo, como es él.
Ella es atrevida, casi descarada. Le sale el orgullo al verse con poder por tener un cántaro. Pero Jesús le desmonta. Toda su vida buscando sin encontrar. Sabe de qué sed le habla Jesús pero no conoce su Agua. Pero la necesita, y de qué manera. Como tú y como yo. Ella se abre, se deja tocar por las palabras de un maestro que no tiene ni agua.
No sabemos qué fue de de la mujer del pozo, no nos cuentan más que se fue por ahí diciendo que ese hombre del pozo le conocía sin haberla visto antes. Pero después de conocer ese Agua viva no puede una dejar de buscarla.

La sed y la fuente

Cuando encontré la fuente pensé que me quedaban muchas cosas por conocer.
Me empeñé en saber: leí, estudié, pregunté, busqué... Y cuanto más aprendía mayor era mi certeza de no saber nada.
Quise tener poder. Y lo conseguí. Tenía gente que dependía de mí, pero sentí que el poder me consumía.
Busqué el placer sensual. Y la oferta era inmensa, pero siempre necesitaba más.
Empecé a acumular dinero. Cada vez tenía más cosas pero éstas iban apoderándose de mi libertad.
Me obsesioné con la imagen. Me esculpí a mi gusto y capricho. Pero era sólo un maquillaje que se esfumaba en la soledad.
Traté de huir del dolor. Y descubrí que no hay nada tan doloroso como la ausencia de sentimientos.
Después de todo seguía con sed. Una sed inmensa. Y volví a la fuente. Allí me quedé. Sin nada, desnudo. En la fuente.

lunes, septiembre 22, 2008

Soledad

Estoy convencido de que en toda vida hay espacios para la soledad. Serán buscados o indeseados, oscuros o luminosos, largos o cortos, aceptados o rechazados. Pero creo que la amiga Soledad va en el lote de ser persona.
Hay razones para huir de ella. Porque nos incomoda, porque el eco del silencio ensordece, porque nos presenta verdades que duelen, y sobre todo, porque tenemos un deseo insaciable y muy poderoso que nos empuja a unirnos, a fusionarnos. Un deseo siempre frustrado a una unión onírica que no podemos saciar.
Pero también hay motivos para buscarla. Porque es el único lugar donde conocernos con autenticidad, porque es condición para forjar nuestro ser, nuestra identidad y porque es un espacio privilegiado para encontrarnos con el Señor de la vida, que es Presencia iluminadora de una soledad acompañada.
Hoy tenemos infinidad de recursos para esquivar a esta amiga Soledad: si no tenemos gente alrededor tenemos el chat, el sonido del mp3, los ruidos que quedan en nuestra cabeza al vivir en esta jungla de hormigón llena de loros mentirosos. Pero estos modos de escapar no solucionan nada porque no hay nadie tan solo como...

el niño enchufado al messenger
la chica fácil del instituto
la mujer que duerme junto a su verdugo
el de la portada de las revistas rosas
el que baila en medio de la pista entre mil personas
el yuppie que "comparte" oficina con cientos de yuppies
los que tienen la agenda llena
el bebé que aprende a hablar con el acento de la niñera

martes, septiembre 16, 2008

Comenzando el curso

El comienzo de curso es un momento muy denso. Se mezclan la nostalgia de la vacaciones, los cambios, las ilusiones de lo nuevo y las frustraciones de lo viejo.
En el colegio ya han llegado los niños. Me muero de pena al ver a los pequeños de 3 años llorando cuando sus madres los dejan. Lo que les queda por delante. A veces me parece imposible creer que yo estuve en esa situación. Me queda tan lejos...
Uno diría que al ser el segundo año dando clases ya estoy hecho a la situación, pero me reconozco nervioso al pensar que la semana que viene voy a estar dando clase a varias decenas de jóvenes. Supongo que será porque soy exigente conmigo mismo y quiero hacerlo bien, pero también porque me siento muy ignorante para enseñar a otros. Lo que tengo claro es que lo que más preocupa no es si aprenden mucho de religión, de calidad en construcciones metálicas o de organizar la producción (que es lo que me toca enseñar este año), sino si soy instrumento para que sean mejores personas, si les ayudo a ser críticos, si ven en mí alguien que les pueda ayudar. Lo que me suelo preguntar al final del día no es si he explicado bien o si he transmitido conocimientos, sino si los he querido. Y a lo mejor soy raro, pero de esto no no se habla en la sala de profesores, aunque sí de evaluaciones, de documentos de la consejería, de papeles y más papeles...
El curso pasado fue precioso comprobar lo que al principio no eran más que nombres en unas listas fueron haciéndose personas importantes en mi vida y cómo aprendí de ellos.

lunes, septiembre 01, 2008

No dudaría

Me encanta esta canción. Me encantaba cuando la Antonio Flores y me encanta ahora que la canta su hermana Rosario.
Pero hay algo en la letra que no me acaba de gustar. Es eso de "si pudiera olvidar", "si pudiera borrar"... Lamentablemente yo al menos no puedo. Me gustaría más si dijera si pudiera perdonar, si pudiera pedir perdón y acoger ese perdón. Y eso de perdonar cada vez estoy más convencido de que es algo inhumano, o mejor dicho, sobrehumano, por eso ya no me quiero esforzar en perdonar, porque no puedo. Ahora lo pido, se lo pido al buen Dios, que como tiene tanto de madre, acoge y perdona sin reprochar ni mirar lo malo que hemos hecho.



Si pudiera olvidar todo aquello que fuí
Si pudiera borrar todo lo que yo ví
No dudaría, no dudaría en volver a reir
Si pudiera explicar las vidas que quité
Si pudiera quemar las armas que usé
no dudaría, no dudaría en volver a reir
Prometo ver la alegría
escarmentar de la experiencia pero nunca,
nuncamás usar la violencia
Si pudiera olvidar aquel llanto que oí
si pudiera lograr apartarlo de mí
no dudaría, no dudaría en volver a reír
Prometo ver la alegría escarmentar de la
experiencia pero nunca, nunca más usar la violencia