martes, diciembre 01, 2009

Geometría del adviento

El año pasado en catequesis (de 2º año de comunión), un día como hoy al tratar el tema del adviento, un niño me preguntó que si otra vez teníamos que “hacer el adviento”. Claro, se acordaba de que el año anterior le había soltado el mismo rollo y no quería volver a oírlo. Le parecía horrible tener que estar todos los años repitiendo la misma historia. Yo reconozco que también me pasa, que pienso "otra vez lo mismo". Y es como verte en la rueda de un hamster dando vueltas a la misma historia sin moverte del sitio.

Me voy a permitir hoy un guiño ingenieril como dejo entrever en el título. Esa, de la jaula del hamster, es una forma de plantearnos las cosas. Entonces el año sería como un círculo que da vueltas. El truco puede estar en meterle una dimensión más. Si un círculo, al ser plano, tiene dos dimensiones y le metemos una tercera es como si con el dedo damos vueltas y la vez andamos. Entonces la trayectoria que hace nuestro dedo es una hélice. Como un sacacorchos o un tornillo. Lo que me parece sugerente es que cada vez que damos una vuelta a un sacacorchos éste está más profundo.

Algo así tendría yo que hacer con el adviento. Que este tiempo nos ayude a entrar más hondo. No quedarme en lo de todos los años, sino tratar de entrar un poco más en el misterio. Sí, ya hemos oído muchas veces que Dios viene, que Jesús nace... pero yo todavía creo que no alcanzo ni a intuir lo que eso significa. Desde luego, si se lo contamos a alguien que no tenga ni idea del cristianismo y le decimos que nuestro Dios nace en un pesebre con unos padres pobres y en medio de un burro y un buey...

jueves, noviembre 19, 2009

Otra palabra a recuperar

Los que hayáis leido otras veces este blog sabréis de mi afición por recuperar palabras, por tratar de sacar a luz significados de ellas que con el mal uso quedan olvidados.
De lo que quiero hablar es de un tema que últimamente ha salido mucho en mi contexto: en conversaciones con dos amigas (una antigua y otra nueva), en mi oración, incluso en las clases. Y gira en torno a una realidad de nuestro tiempo que me preocupa. Y es que cada vez estamos menos dispuestos a renunciar. Hoy el que me apetezca algo me autoriza para conseguirlo ya. A nadie le parece normal pensar que haya que esforzarse para conseguir lo que uno desea, y mucho menos, renunciar a ello.
La palabra a la que me refería me cuesta sacarla porque suena mal, y quizá si la hubiese puesto al principio más de uno hubiera preferido no seguir leyendo. Bueno, allá voy, prepárense: me refiero al sacrificio. Yo mismo me sorprendí al descubrir la etimología tan bonita que tiene. Es sencillo deducirlo: si purificar es hacer puro o mitificar es hacer algo un mito, sacrificar es hacer algo santo. ¿No es sorprendente? Sí, porque hoy sacrificar suena a rancio, a renuncia porque me obligan o porque alguien dice que es malo. Pues sacrificar algo es (o debería serlo) hacerlo santo. Y vaya por dios (valga la redundancia) ya está aquí Dios por medio. Porque el adjetivo santo indica que eso está consagrado a Dios.
Y cuidado porque hay muchos dioses. No me refiero a ese sádico al que Amenabar o a veces también algunos representantes eclesiales se refieren. A esos mejor no sacrificarles nada. Pero al Dios de la vida, a ese cuya mayor cualidad es el amor y que quiere lo mejor para ti y para mí, a ese si que me apunto a ofrecerle cosas para que las haga santas.
El ser capaz de renunciar a algo es signo de madurez, el que tiene que tenerlo todo ya es un niño aunque tenga muchos años. Y si la renuncia es por un valor mayor rápidamente el sacrificio se carga de sentido. Si una madre sacrifica su tiempo por sus hijos, o el estudiante sacrifica su diversión por formarse o el niño su apetito goloso por su hermano menor, se hacen más humanos, más plenos.
La pena es cuando nos quedamos en la renuncia y olvidamos su sentido. Entonces nos hacemos huraños, envidiosos y amargados. Tenemos que apuntar más alto para llenar de vida y de Dios nuestras vidas y nuestras renuncias. Pero cuidado porque no es fácil.

lunes, noviembre 09, 2009

Agora


Este fin de semana fui a ver Ágora, la película nueva de Amenabar. Iba ya con muchas opiniones sobre la película, pero traté de que no me influyeran. Ciertamente hay mucha ideología detrás y muchos prejuicios sobre el cristianismo. Y me da pena que esas críticas se queden en estereotipos y tópicos muy superficiales. Como también me dan pena a veces análisis hechos "desde la iglesia" igual de facilones.
Por supuesto que ha habido episodios en la historia de la Iglesia tristes, llenos de violencia, en los que los valores del Evangelio han quedado sepultados por ambiciones, deseos de poder y otros antivalores. Pero la trampa de la película es que habla del cristianismo en sí. Y creo que siendo honestos esto no se puede decir.
No me gusta tampoco que el hilo de la película viene a ser un enfrentamiento forzado entre la ciencia y la religión, o entre la fe y la razón. Un planteamiento simplista y maniqueo que cae por su propio peso. Basta con echar un vistazo a los grandes pensadores de la humanidad y ver cómo la inmensa mayoría eran creyentes (de alguna religión). De cine no entiendo mucho, y posiblemente técnicamente la película sea buena, pero me parece que se desaprovecha un personaje como Hipatia (la protagonista), que apuntando alto al final se queda en poca cosa.
Me da pena que hoy, nuestros "intelectuales", casi siempre, caigan en análisis que se quedan en la superficie, que en dos frases ya dictan sentencias sin posibilidad de apelación. Me gustaría que fuésemos algo más profundos, que consiguiéramos llegar a las entrañas de la realidad, que pudiésemos atisbar la belleza de lo complejo y así enriquecernos unos a otros. Creo que a nuestro modo de vivir la fe le hace falta una crítica que nos ayude a plantearnos nuestras razones hondas, pero me temo que faltan quienes la puedan hacer. Como también creo que falta cristianos que den razones de nuestra fe en un lenguaje de hoy para la gente de hoy.

viernes, octubre 02, 2009

Etty

Acabo de descubrir a Etty Hillesum, una judía que fue asesinada por los nazis, y que antes de morir vive un proceso espiritual precioso que nos dejó reflejado en sus diarios. Dejo aquí un par de párrafos de los que se quedan un tiempo rondando la cabeza:

La cumbre del amor consiste en esto: salvaguardar la libertad del ser amado. Si hay algo culpable en el amor, es no aumentar la libertad del amado con toda la libertad que uno lleva dentro. Si amamos de verdad, se impone una sola exigencia: respetarse mutuamente en la propia libertad...
Acoger al otro en mi espacio interior y dejarle desarrollarse, disponerle en nosotros un sitio donde él pueda crecer y desplegar sus propias virtualidades. Sí, vivir con el otro, aunque no lo veamos durante años. Dejarle que siga viviendo en nosotros y vivir con él: esto es lo esencial. De este modo, podemos seguir caminando con alguien sin dejarnos deportar por las vicisitudes de la existencia... Por eso, cuando se ama de verdad, hay que estar dispuesto a sufrir. De lo contrario, se trataría de un amor no auténtico, de un amor centrado en nosotros mismo, de un amor posesivo.

viernes, septiembre 25, 2009

Vuelta al cole

El lunes que viene empiezo las clases de teología. Supongo que me costará volver a la vida de estudiante, oír muchas clases, tomar apuntes, hacer esquemas, memorizar… Creo que no será fácil.

Lo que me consuela un poco es que la materia del estudio es importante para mí, pues aunque llevemos tiempo hablando de Dios, la fe, la iglesia… me falta mucha base para poder dar razones de lo que creo. Además creo que es bastante diferente estudiar con 18 años a hacerlo con casi treinta, pues uno ya tiene una capacidad crítica, unos intereses, una experiencia vital, y todo eso espero que ilumine es estudio.

Pero lo que más importante me parece es que voy con preguntas, cuestiones que quiero hacerle a la teología –aun a sabiendas que muchas no serán resultas-, pero lo más bonito es que muchos de esos interrogantes no son míos, sino que ha habido gente que me los ha ido entregando en estos años. Y esta encomienda es lo que más me mueve a estudiar.

martes, septiembre 22, 2009

Aplicando sentidos

Señor, déjame ir contigo

sólo quiero caminar

detrás, pisar donde pisas

mezclarme entre tus amigos.

Recorrer esas aldeas

que habitan los olvidados

los que no recuerda nadie

ver como los recuperas.

Quiero escuchar tu palabra

simple y preñada de Dios

que aunque a muchos incomode

a tanta gente nos sana.

Quiero sentarme a tu mesa

comer del pan compartido

que con tus manos repartes

a todos los que se acercan.

Y un día tocar tu manto

como aquella pobre mujer

suave, sin que tú lo notes

arrancarte un milagro.

Esa que todos marginan

se atreve a acercarse a tus pies

y derrama su perfume

porque en ti se ve querida.

Que de tanto ir junto a ti

pueda conocerte más

tú seas mi único amor

y te siga hasta morir.

martes, septiembre 08, 2009

Por Madrid


Hace pocos días llegué a Madrid. Es la segunda vez que vivo en esta ciudad, y debe gustarme porque me hace ilusión volver. Ahora estoy en un tiempo de cambio. Después de 2 años intensos en El Puerto de Santa María, toca cambiar de ciudad, de gentes, de actividad, de comunidad, de contextos... Ahora tengo la sensación de ser como una planta a la que trasplantan, en ese tiempo en que tiene las raíces en el aire, esperando tierra nueva donde asentarse.
En la vida del jesuita, uno de los elementos del pack es esta disponibilidad de cambiar. Algunos me han dicho que eso debe ser horrible porque es como empezar otra vez de nuevo, dejar atrás gentes y proyectos queridos... y tienen parte de razón. Otros me dicen que debe ser una suerte eso de ir tejiendo redes de cariño en tantos lugares, con la ilusión que los sueños nuevos traen y la emoción de vivir lo inesperado... y también tienen razón.
Una cosa que tiene bonito eso de tener las raíces en el aire es que uno se agarra más a Dios, pues Él es como esa tierra pegadita que nunca se despega y que estaba en la maceta antigua y nos espera en la nueva.

viernes, junio 12, 2009

Empatía


Una palabra que se ha ido colando cada vez más en nuestras conversaciones es “empatía”. Recuerdo que la primera vez que la escuché fue en Proyecto Hombre, y me dijeron que era ponerse en el lugar del otro. Hay otro palabra, compasión, que me parece que tienen el mismo origen, sólo que ésta ya está en el cementerio de palabras mal usadas. Algún día deberíamos ir y resucitar palabras preciosas como caridad, austeridad, humildad… que nos hemos cargado. Y lo malo es que de algunas no tenemos “sustitutas”, y lo que no se nombra dicen los filósofos del lenguaje que desaparece.

Consideraciones lingüísticas aparte, esa cualidad de la empatía me parece crucial. Creo que es un don, el poder hacernos conscientes de lo que otra persona vive. Supone renunciar a estar mirándome el ombligo, a salir de mi propio yo y atrevernos a mirar por las ventanas de los demás, con todos los riesgos que eso conlleva.

Hace poco una amiga me decía que le daba pena que los curas no teníamos empatía. No porque sea un problema de nuestro gremio sino porque ella pensaba que si alguien debía saber ponerse en el pellejo de otro debíamos ser los religiosos. No quiero entrar a ver quién tiene más empatía, pero me temo que no me equivoco al decir que es algo que nos falta hoy en día a toneladas, porque estamos tan ensimismados y con tantos “problemas” que no nos gusta ponernos en los zapatos de los demás.

Si me pongo a pensar en Jesús, me vienen muchas situaciones en las que él tenía la dichosa empatía. Hasta me parece que más de una vez nos cuentan que se le conmovieron las entrañas, es decir, se le revolvían las tripas a Jesús cuando veía a otros pasándolo mal. Creo que no nos vendría mal un poco menos de autoestima y poco más de empatía.

jueves, mayo 14, 2009

Taizé en Sevilla

Este fin de semana participé en el encuentro de Taizé en Sevilla. Me llamó mucho la atención el contraste entre el estilo de mi ciudad (barroco, apasionado, exagerao...) y el de los hermanos de Taizé, más austero y sencillo. Creo que a los que hemos participado nos ha quedado un poso de paz. Me quedo con dos cosas: esa sencillez y su búsqueda de la comunión. Van a lo esencial, el hno. Aloise insistía en el encuentro con Dios. Todo lo demás son prolegómenos. Necesarios, pero accidentales. Se me ha quedado la resonancia de las palabras de Sta Teresa que tanto hemos cantado “sólo Dios basta”. Quiero aprender de esta espiritualidad el deseo de unir, de saber encontrar cruces de caminos, puentes, lugares familiares... y quiero desaprender mi sensibilidad para detectar lo que no me gusta, lo que cambiaría... porque estoy convencido que a todas las personas, en el fondo, buscamos lo mismo.

miércoles, mayo 06, 2009

Puentes


En el post anterior dije una cosa que luego se me quedó rondando, y la he rumiado un poco después. Eso de exteriorizar cosas que pasan por dentro de mí. Es como trasladar algo tuyo, de tu “mundo interior” hacia fuera. Es ese lugar en el que suceden pensamientos, sentimientos, fantasías, sueños, juicios… lo de llamarlo mundo no me parece una exageración porque realmente es una cantidad inmensa, infinita de operaciones las que nos suceden por dentro.

Y luego está lo externo: las palabras que decimos, los gestos que tenemos, el trabajo que realizamos, nuestras posturas, miradas…

Lo que me maravilla es la conexión que hay entre esos dos mundos, los puentes que conectan nuestra vivencia interior con lo exterior. Así hay gente es “transparente” y que con mirarle a los ojos sabemos si en su alma hay erupciones de volcán o una paz inmensa. Hay otra gente más opaca, que no sabemos por donde nos puede salir pues por nuestro trato no somos capaces de penetrar en su ser.

Creo que es un proceso no fácil el aprender a recorrer nuestros propios puentes. Saber relacionar la meteorología de nuestro universo interno con nuestros cambios de humor, sonrisas, lágrimas o enfados. Un proceso no fácil pero apasionante, no menos que las aventuras de los exploradores de los siglos XVI o XVII.

Y otra experiencia imborrable es poder transitar los puentes de otros. Cuando la amistad alcanza cotas de confianza y entrega que nos permite entrar en esos lugares íntimos del otro, con el equipaje del cariño y los mejores deseos.  

martes, abril 21, 2009

De vuelta

Ya estoy de vuelta. Y no es que me quisiera ir. De hecho, otras veces que sabía que tardaría en escribir lo decía. Pero esta vez no fue así. Sino que lo fui dejando, sin más.

Tampoco quería “obligarme” a escribir porque esto es algo que hago cuando me siento inspirado, no como una tarea (que ya tenemos bastantes) que tengo que hacer. Si así fuera perdería la gracia de la gratuidad.

Algún amigo me habéis animado a volver, y quizá sea esa la razón principal. Sólo con que Eli, Ángel y alguno más se sonría cuando vea que ya lo de los autobuses ateos no es lo que sale en el blog de Javi ya merece la pena volver. Pero también reconozco que esto me sirve a mí muchísimo: como relax, como terapia, como ejercicio de exteriorizar lo que hay dentro mí.

Prometo intentar no desaparecer otros tres meses.

martes, enero 13, 2009

Dios y el disfrute de la vida

Últimamente en los informativos y en internet se le ha dado mucho eco a esto de los "autobuses ateos" que hay en Barcelona. La verdad es que llama la atención eso de hacer proselitismo del ateísmo, supongo que porque no estamos acostumbrados. 
Varios amigos y muchos alumnos (supongo que para perder tiempo de clase) me han preguntado por esto.
Sinceramente no le había hecho mucho caso cuando me enteré, pero a raíz de estas preguntas le he dado alguna vuelta al tema.
Lo primero que pone en los anuncios: "probablemente dios no existe" me parece una simpleza. Pues dice lo mismo que "probablemente dios sí existe". Lo que me parece más interesante es el resto: "deja de preocuparte y disfruta tu vida". Y me preocupa, sí, que pueda haber gente con una imagen de Dios que impida disfrutar de la vida, y que sólo genere preocupaciones. En estos casos, estoy plenamente de acuerdo con el anuncio. Con dioses así mejor es hacerse ateo. Soy bienpensado y creo que los que ponen estos anuncios busca liberar a la gente que pueda tener un modo de vivir la religión opresor y que riña con el disfrutar la vida.
Por suerte, el Dios que me han transmitido, el Dios de Jesús, es un Dios que me ha creado, que me ama como soy y que sueña con mi felicidad. Sinceramente creo que ser fiel a este Dios es el mejor modo de disfrutar de la vida. 
En el fondo creo que coincido con estos ateos, en buscar la felicidad y el disfrute (profundo) de los seres humanos. Ellos para eso no cuentan con Dios, y yo no me lo imagino sin Él.
Lo único que me queda rondando es si los cristianos a veces no traicionamos a Dios haciéndolo parecer tan fastidión como lo ven los que han hecho el anuncio.