martes, diciembre 23, 2008

Lo imborrable

El sábado tuvimos el tradicional encuentro de provincia, una comida donde nos juntamos más de cien jesuitas de Andalucía. Es una ocasión bonita de vernos, saber unos de otros y desearnos una feliz navidad.

Debido a que antes había más vocaciones, hay mayoría de  jesuitas mayores sobre los jóvenes. Además en Málaga, donde fue el encuentro, está la enfermería, donde viven los jesuitas ancianos que necesitan algún tipo de ayuda. Algunos tienen demencias, pierden la memoria, la orientación, etc.

A las personas con este tipo de enfermedades se les suele notar por su modo de andar, su desorientación y sobre todo por la mirada perdida que tienen. Te miran tratando de bucear en el laberinto de su memoria sin lograr encontrar nombres ni lugares. Me estremece mucho ponerme en su lugar y ver a hombres inteligentes y bien preparados, que han gastado sus vidas en el servicio, indefensos como niños pequeños. Uno de estos compañeros con la cabecita perdida me dio una lección preciosa. Fue en la comunión durante la misa. Yo estaba en las primeras filas, y suele gustarme ver a la gente comulgar. Cuando llegó a comulgar noté un cambio en su postura corporal: se irguió, levantó la cabeza y apareció un brillo especial en sus ojos. Tuvo un momento de lucidez, estoy seguro. Pensé que lleva toda su vida yendo a misa a diario, y probablemente la tenga integrada en su vida de tal manera que la enfermedad no ha podido hacerle olvidar lo que es esencial en su vida. Ojalá yo tenga algún día al Señor tan metido en mi vida, que sea tan central, tan natural y fundamental que nada pueda borrar el paso de Dios en mi vida.

No hay comentarios: