
Llegó la sequía. Cuando dejó de llover el chorro de agua empezó a ser cada vez más fino. Los hombres, las mujeres y los niños se quejaban. Ella se esforzaba todo lo que podía y apenas salían unas gotas. Hasta que se secó completamente. Todos las maldecían. Y la fuente cada vez estaba más angustiada pero no podía hacer nada. Nada.
Cuando vinieron las lluvias, volvió el agua, y con ella la vida y la alegría.
La fuente volvió a ser feliz, pero ya nunca olvidó que ella lo único que hacía era conducir el agua a los demás.
1 comentario:
Eso nos pasa a veces a nosotros. Creemos que porque brindamos el agua a los demás debemos ser tratados de manera diferente.
Nuestro trabajo es brindar el agua. Una vez los demás tengan el agua, podemos sentirnos satisfechos ...
Saludos ..
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