miércoles, noviembre 14, 2007

Cuento de la fuente

En medio de la plaza del pueblo estaba la fuente. O a lo mejor el pueblo creció en torno a ella. De eso nadie se acuerda. Estaba rodeada de flores, que se nutrían del agua que salpicaba. Todos estaban felices: las mujeres cantaban mientras lavaban la ropa; los niños jugaban riendo salpicándose en el verano; los hombres, al volver del campo, sedientos pasaban horas alrededor de la fuente. La fuente estaba muy orgullosa de ser el centro de atención, todo en aquella villa dependía de ella, era la fuente de vida.

Llegó la sequía. Cuando dejó de llover el chorro de agua empezó a ser cada vez más fino. Los hombres, las mujeres y los niños se quejaban. Ella se esforzaba todo lo que podía y apenas salían unas gotas. Hasta que se secó completamente. Todos las maldecían. Y la fuente cada vez estaba más angustiada pero no podía hacer nada. Nada.

Cuando vinieron las lluvias, volvió el agua, y con ella la vida y la alegría.

La fuente volvió a ser feliz, pero ya nunca olvidó que ella lo único que hacía era conducir el agua a los demás.

1 comentario:

mancorp dijo...

Eso nos pasa a veces a nosotros. Creemos que porque brindamos el agua a los demás debemos ser tratados de manera diferente.

Nuestro trabajo es brindar el agua. Una vez los demás tengan el agua, podemos sentirnos satisfechos ...

Saludos ..