lunes, noviembre 03, 2008

Rutina

A estas alturas de curso (después de los comienzos llenos de novedades) puedo declarar inaugurada la temporada de rutina. A alguna gente ésta le aterra por monótona, por la falta de novedad, por su previsibilidad. A otros les encanta tener todo controlado, saber lo que va a pasar, cuanto menos improvisación mejor.
Para mí la rutina es que los días se suceden exteriormente parecidos. Me levanto a la misma hora, todos los lunes a las 11.30 tengo clase de religión, los miércoles catequesis, comemos a la misma hora, etc. Y me gusta, pues noto que cierto orden externo me ayuda. 
Pero si rutina es que todos los días son iguales, nunca en mi vida he tenido rutina. Yo no soy el mismo cada día, ni tampoco las personas con quienes me encuentro. Sí confieso que ha habido temporadas (muchas) en que se me sabe sosa la vida, plana, como que me aburre. Pero es verdad, que a posteriori, descubro que vivía en la superficie. Y en la superficie los días sí son casi iguales.
Una cosa que me ayuda es el examen al acabar el día. Porque en presencia de Dios se mira de modo diferente, se saborean las conversaciones, el trabajo, los encuentros de otra manera. Y así puedo ir descubriendo sus huellas, esas que deja en nuestro camino para que podamos seguirlas y encontrarle.

1 comentario:

Daniel Mora dijo...

Javier, a mi me pasa similar, la rutina a veces parece apoderarse de mi tiempo, sin embargo, cada cosa que pasa dentro de esa "rutina" es diferente y la convierte en magnifica, por que siento que aun en la rutina, los regalos de Dios son imprevisibles.