jueves, mayo 14, 2009

Taizé en Sevilla

Este fin de semana participé en el encuentro de Taizé en Sevilla. Me llamó mucho la atención el contraste entre el estilo de mi ciudad (barroco, apasionado, exagerao...) y el de los hermanos de Taizé, más austero y sencillo. Creo que a los que hemos participado nos ha quedado un poso de paz. Me quedo con dos cosas: esa sencillez y su búsqueda de la comunión. Van a lo esencial, el hno. Aloise insistía en el encuentro con Dios. Todo lo demás son prolegómenos. Necesarios, pero accidentales. Se me ha quedado la resonancia de las palabras de Sta Teresa que tanto hemos cantado “sólo Dios basta”. Quiero aprender de esta espiritualidad el deseo de unir, de saber encontrar cruces de caminos, puentes, lugares familiares... y quiero desaprender mi sensibilidad para detectar lo que no me gusta, lo que cambiaría... porque estoy convencido que a todas las personas, en el fondo, buscamos lo mismo.

miércoles, mayo 06, 2009

Puentes


En el post anterior dije una cosa que luego se me quedó rondando, y la he rumiado un poco después. Eso de exteriorizar cosas que pasan por dentro de mí. Es como trasladar algo tuyo, de tu “mundo interior” hacia fuera. Es ese lugar en el que suceden pensamientos, sentimientos, fantasías, sueños, juicios… lo de llamarlo mundo no me parece una exageración porque realmente es una cantidad inmensa, infinita de operaciones las que nos suceden por dentro.

Y luego está lo externo: las palabras que decimos, los gestos que tenemos, el trabajo que realizamos, nuestras posturas, miradas…

Lo que me maravilla es la conexión que hay entre esos dos mundos, los puentes que conectan nuestra vivencia interior con lo exterior. Así hay gente es “transparente” y que con mirarle a los ojos sabemos si en su alma hay erupciones de volcán o una paz inmensa. Hay otra gente más opaca, que no sabemos por donde nos puede salir pues por nuestro trato no somos capaces de penetrar en su ser.

Creo que es un proceso no fácil el aprender a recorrer nuestros propios puentes. Saber relacionar la meteorología de nuestro universo interno con nuestros cambios de humor, sonrisas, lágrimas o enfados. Un proceso no fácil pero apasionante, no menos que las aventuras de los exploradores de los siglos XVI o XVII.

Y otra experiencia imborrable es poder transitar los puentes de otros. Cuando la amistad alcanza cotas de confianza y entrega que nos permite entrar en esos lugares íntimos del otro, con el equipaje del cariño y los mejores deseos.